martes, 7 de septiembre de 2010

“La tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tienes sus límites, la tontería, no.”

Claude Chabrol



Prometo que algún día me convertiré en una chica adecuada, de las que hace sus deberes, juega muy bien al parchís y hace crucigramas todas las mañanas a las diez en punto. Juro por el diccionario de la Real Academia Española que pintaré casas de color azul, blanco o verde y que nunca me fumaré un puro, o dos, mientras veo el Padrino, ni aún que sea la tercera parte. Afirmo alegremente al buen señor que habita en el cielo, a pesar de saber que es un gran oso de peluche, que un buen día de verano me mudaré a un sitio muy frio para vivir en una humilde choza, con unos dos Max Mallows más o menos, cómo única provisión. Garantizo una y otra vez que alguna tarde de primavera me compraré un tulipán y dejaré que crezca y crezca para trepar por él y ver el mundo desde otra perspectiva. Y por último pero no por eso menos importante, hago una cruz con el corazón y me comprometo a no olvidar ni una sola vez las sonrisas que deje prestadas a algún que otro individuo.

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