miércoles, 1 de diciembre de 2010

El ataque de las chicas cocodrilo.

Es sorprendente lo que da de sí una plaza mojada. Inimaginable... Os lo digo yo.

Erase una vez dos chicas cocodrilo que cada miércoles se sentaban en una pequeña plaza. A estas jovenzuelas les gustaba delirar y pensar y pensar y delirar. La verdad es que no caian muy bien al resto de cocodrilos de la ciudad. Un día tras otro, las dos pequeñas recibian miradas de odio, miradas de indiferencia y sobre todo, miradas de superioridad provenientes de los otros niños-cocodrilo y niñas-cocodrilos. Todo era muy triste y ellas lo sabían... Por esta razón iban siempre a la misma plaza, porque sabian que allí todo era mucho más bonito.
Pero un día, una triste noche de invierno, diluvió y la plaza se llenó de lágrimas, tanto que era imposible nadar por ahí. La plaza había desaparecido entre la melancolia de los ancestros-cocodrilo... Las chicas vagaron y vagaron. Ya no tenían la excusa para delirar y para pensar y para delirar y para pensar. Ya no podian fumar a gusto ni podian atacar con decencia. El mundo era un caos y ellas lo sabian.

-¿Cuando seamos unas señoras-cocodrilo, seguiremos viendonos, verdad? - preguntó la primera.
-Pues claro, viviremos juntas- sentenció la segunda.
-¿Y cómo lo sabes?
-Lo sé. Nos quedan demasiadas cosas por celebrar.
-¿Cómo cuales?
-Como el día de nuestra muerte.



Celebraremos el dia de nuestra muerte. Mientras que el frio congela nuestros dedos, mientras que las sustancias que no se venden en farmacia legal queman nuestro corazón y mientras que un poster de Bob Dylan baila al ritmo de Chuck Berry, celebraremos el dia de nuestra muerte.

1 comentario:

  1. J'adoreee infiniment. Madame crocodile.
    Mais tu sais, il ne faut pas oublier les bougies.

    ResponderEliminar